Durante la Conferencia Panamericana sobre bellezas escénicas, flora y fauna silvestre, realizada en Washington en 1942, numerosos expertos recomendaron al Gobierno de Colombia, que iniciara acciones para proteger la serranía de La Macarena. En ese momento no se tenía una idea exacta de su ubicación, puesto que en los mapas oficiales figuraba como «sabanas y selvas deshabitadas».
A finales de los años cuarenta se declaró la serranía de La Macarena como Reserva Biológica. Las primeras exploraciones de connotados científicos abrieron una de las páginas más memorables, después de la Expedición Botánica, respecto del conocimiento del país; sus reportes permitieron una aproximación diferente a la realidad de este macizo contenido en el Escudo Guyanés y geológicamente relacionado con una de las formaciones más antiguas del continente.
Se pudo constatar que la serranía de La Macarena es un «Continuo Biogeográfico»; un área —de aproximadamente 1’130.000 hectáreas—, donde se manifiestan con particular intensidad las relaciones botánicas, bióticas y ecosistémicas; además es un hito fundamental para los procesos de especiación —proceso evolutivo que da lugar a la diferenciación de nuevas especies y subespecies—, hibridación —intercambio genético entre especies diferentes, que permite la procreación exitosa— y dispersión de especies —sitio de origen de distribución a otros ámbitos—; todo esto, sumado a su carácter de insularidad, permite entender su papel de malla biológica, que integra elementos andinos, amazónicos, orinocenses y guyaneses, lo cual le otorga un papel fundamental para la conservación, pero ante todo, para la investigación científica.
En ésta área existen elementos biológicos específicos que, más que separar unidades naturales, establecen entre ellas vínculos y nexos difíciles de ignorar. Aquí, los espacios intermedios actúan como puentes a través de los cuales fluyen información, insumos y energía, que aseguran la estabilidad de todas las unidades que interactúan; por lo tanto, su importancia como conjunto es mayor que la de las unidades separadas, ya que se crean nuevos elementos especializados, como consecuencia del permanente intercambio. No menos destacable es el hecho de que la serranía es un sitio clave de endemismos o elementos biológicos autóctonos, de flora y fauna.
Las investigaciones realizadas a partir de los años setenta demostraron la importancia de su localización, pues allí existieron extensos refugios selváticos, que durante el Pleistoceno —hace algo menos de un millón de años—, conservaron sus características fundamentales más o menos inalteradas, mientras que en el resto del país variaban drásticamente las condiciones climáticas, ocasionando cambios profundos en los hábitats y ecosistemas naturales. Igualmente, fue un área donde confluyeron varias rutas de dispersión biológica, hecho claramente demostrado por la presencia de los principales grupos taxonómicos —especialmente de mesofauna (animales medianos) y macrofauna (animales grandes)—, que incluyen elementos típicos de otras unidades mayores —biomas o Provincias Biogeográficas—.
La cadena biológica de La Macarena tiene unos alcances que pueden llegar, por el norte, al territorio del Sumapaz; por el oriente, a las sabanas de los Llanos Orientales hasta las riberas del Orinoco y por el sur, a las selvas de la Amazonia, incluidos todos los afloramientos rocosos del Escudo Guyanés y del Escudo Brasilero, considerados como las formaciones más antiguas del Continente y con los que posiblemente llego a conformar, siglos atrás, un archipiélago de islas que sobresalían tímidamente del vasto lago marino amazónico.
En tal sentido podemos indicar que la serranía de La Macarena es una de las pocas cúspides emergentes, la más occidental de todas y la primera que entró en intercambio genético con otros mosaicos ecológicos. Como enclave insular, poseía condiciones biológicas estables o «clímax», lo que significa que había alcanzado un conjunto de ecosistemas maduros y en relativo equilibrio con estados finales de sucesión vegetal y plena armonía con el clima y el suelo; en otras palabras, La Macarena actuó como un Arca de Noé, que albergó una síntesis de las principales especies amazónicas y guyanesas, mucho antes de que se iniciara el levantamiento de los Andes, a finales de Cretáceo —65 millones de años atrás—.
CLIMA
La serranía tiene un clima diverso y variado de tipo regional, con alta humedad relativa —entre 79 y 89% mensual—, con poca variabilidad durante el año. Las temperaturas medias oscilan entre 12,5 y 24,5°C. Presenta un régimen de altas precipitaciones, desde 2.200 hasta 4.000 mm/año, con variaciones locales, según las condiciones altitudinales, que pueden superar los 2.000 msnm.
El comportamiento de la lluvia es de tipo monomodal; es decir, que presenta un solo período lluvioso de febrero a diciembre, con valores que oscilan entre 81 y 317 mm/mes, con un mínimo en enero y un máximo en junio y julio.
El brillo solar en la región oscila alrededor de las 1.500 horas sol/año. Este valor disminuye en la serranía de La Macarena, especialmente hacia la vertiente de la cordillera Oriental andina, donde la alta nubosidad impide que durante el día se superen las 6 horas/sol.
En el conjunto morfológico de La Macarena se observan los pisos térmicos cálido ecuatorial —mayor a 24 °C—, que ocupa la mayor parte de las zonas bajas; templado —entre 16 °C y 24 °C—, en la franja de ascenso que bordea la serranía y finalmente el piso frío —entre 10 °C y 16°C—, en la zona norte, la más alta del macizo.
GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA
La Macarena es una combinación de formas y relieves de gran belleza y armonía, no solo en la parte montañosa sino también en las extensas planicies localizadas entre los ríos Duda, Guayabero y Ariari.
Como geoformas aluviales se definen las terrazas altas, planas o suavemente onduladas, localizadas en la margen izquierda del río Guayabero, cerca de su desembocadura.
Las formaciones más antiguas del basamento Precámbrico y pertenecientes al Escudo de la Guyana, se hallan bajo la serranía, en sus sectores central y septentrional, así como al occidente del río Guayabero; su antigüedad aproximada de 1.205 millones de años se ha establecido al compararla con rocas similares y por medio del análisis potasio/argón en biotita —la más común de las denominadas «micas» o silicatos ferromagnéticos de color café hasta verde—.
En el extremo norte de la serranía se encuentran rocas sedimentarias fosilíferas del Cámbrico y el Ordovícico —entre 600 y 500 millones de años—, cubiertas por areniscas gruesas sin fósiles, que se consideran pertenecientes al período Devónico —400 millones de años atrás—.
En el valle longitudinal de la porción sur de la serranía, encima de areniscas rojas y semitubulares, aparece la formación Guayabero —del Paleoceno, a comienzos de la Era Terciaria, hace 65 millones de años—, con areniscas arcillosas, lutitas grises y verdes y areniscas rojas de origen marino.
La mayor parte de la planicie ondulada que circunda la serranía está formada por rocas sedimentarias que datan del Oligoceno alPlioceno —entre 35 y 5 millones de años atrás—, de origen fluviátil o lagunar marino, y que constan de conglomerados de areniscas y arcillolitas. A lo largo del cauce de los ríos Duda, Guayabero, Losada y Yarumales se localizan vegas con sedimentos recientes delCuaternario, compuestas por cantos rodados, arenas y arcillas de origen fluvial.
Desde el punto de vista biogeográfico, la serranía de La Macarena pertenece a la Amazonia, pero desde el punto de vista hidrográfico, todo el drenaje del área pertenece a la cuenca del Orinoco; la mayoría del área es parte de la cuenca del río Guayabero, que tiene los rasgos característicos de un río meándrico, con un cauce definido y zonas inundables bajas. Forma además dos principales estrechos o rápidos en areniscas cretáceas: el raudal de Angostura I, aguas arriba de la cabecera municipal de La Macarena y el raudal de Angostura II, localizado entre la confluencia de los caños de la Ceiba y del Limón y el río Cafre. Los valles aluviales de los ríos Duda y Guayabero, aguas arriba del raudal de Angostura I, presentan suelos bien drenados, poco o moderadamente evolucionados; las vegas del río Guayabero, entre el Refugio y el raudal de Angostura II, así como las del bajo caño Yarumales, del caño Cabra y del río Cafre, poseen suelos superficiales o pobremente drenados y poco evolucionados.
FORMACIONES VEGETALES
Las zonas de vida de la serranía de La Macarena, abarcan una serie de conjuntos homogéneos característicos de los departamentos de Meta y Caquetá, que a su vez, comprenden las regiones naturales de la Orinoquia y la Amazonia.
Según el sistema de Holdridge —1977—, este macizo contendría formaciones tales como bosque seco tropical, bosque húmedo tropical y bosque muy húmedo tropical y de acuerdo con la clasificación de Cuatrecasas —1958—, estas zonas de vida corresponden a formaciones vegetales de selva neotropical inferior y sabana.
Dentro de los ecosistemas naturales se encuentra un amplio conjunto de unidades vegetales característico de los ecosistemas boscosos y los ecosistemas de sabana. En los que presentan una cobertura boscosa es posible diferenciar varios tipos de vegetación: bosques de terrazas y altillanuras de la Orinoquia; bosques bajos, poco desarrollados, en terrazas mal drenadas y superficies de erosión planas de la Amazonia; bosques altos, bien desarrollados, en superficies disectadas de la Amazonia; bosques altos, bien desarrollados, en superficies de erosión profundamente disectadas de la Amazonia; bosques muy heterogéneos, sobre colinas accesibles, donde la vegetación es de tipo arbustivo y achaparrado; bosques con vegetación poco desarrollada, en paisaje aluvial inundable y vegas de los ríos pequeños en la Amazonia; bosques con marcada tendencia a la homogeneidad de especies en paisajes aluviales; bosques en el piedemonte cordillerano; bosques no maderables por razones físicas, sobre cordilleras y serranías y finalmente bosques con vegetación mal formada, en zonas escarpadas.
La selva húmeda esta constituida por cuatro grandes formaciones: bosques densos, matorrales densos, matorrales claros y vegetación herbácea, especialmente graminoidea —familia de los pastos—. La selva húmeda del piso cálido es de gran porte, con árboles entre 30 y 40 m de altura, de copas cerradas y follaje permanente, que pierden parcialmente durante los meses de diciembre a febrero. Hay presencia de epífitas —plantas que crecen sobre el follaje o el ramaje de otras plantas— y lianas, con un sotobosque que varía de una cobertura poco densa a una muy densa, compuesto principalmente por arbustos y varias especies de palmas. Entre los árboles emergentes figuran la chibecha, el zapito o zapotillo, árbol endémico de la región, el floramarilla con profusa floración amarilla y el guayabo o macao amarillo.
En la selva húmeda del piso cálido se observan entre las especies de menos porte, los cacaos de monte; el palo de arco, el carey o tacay, con frutos muy aceitosos; el cañafístolo, cuyas hojas son apetecidas por los monos araguatos; el mortecino llamado así por el olor nauseabundo de su madera; los cedrillos o palotigres, el hojiancho o candelo, el tachuelo, lechoso o leche de miel, el cenizo, los laureles o amarillos, el coral, el cedro macho, el corcho o peinemono; los caimarones, los guarumos y los sangretoros, entre otros.
Una muy amplia representatividad de la vegetación de la serrania de La Macarena la encontramos en la variedad de palmas; sobresalen el seje o milpesos, cuyo alto contenido de aceite comestible muy fino en su semilla representa cerca del 35 al 40% del peso del fruto entero, que además es muy apetecido por varias especies de la fauna silvestre del área; el cumare o chambira; el maíz pepe; el cubarro; la palmidra y el moriche en los pequeños valles de la planicie, que permanecen encharcados buena parte del año.
El complejo de vegetación del sustrato excesivamente compacto o rocoso, en suelos secos o muy superficiales y en las fisuras o hendiduras de las rocas, particularmente características de los afloramientos rocosos de la serranía, corresponde a hierbas, matorrales, bosques ralos o de porte pequeño. Las zonas más abiertas están caracterizadas por especies ralas, entre las cuales sobresale la Vellozia lithophila, muy llamativa por su porte arborescente, con pocas ramas rematadas en penachos de hojas y cuyos tallos son realmente pequeños haces de raíces.
En los filos de las cuchillas, hacia la parte norte de la serranía, donde las condiciones del suelo son muy limitadas, la vegetación tiene aspecto seco debido a la escasa capacidad de retención de agua en el suelo y a la alta evaporación causada por el recalentamiento de los afloramientos de areniscas expuestos a los rayos solares.
En las partes más altas y frías, con suelos medianamente maduros y orgánicos, encontramos bosques de porte bajo, hasta llegar a formas intrincadas de bosques con 4 a 5 m de altura, con gran abundancia de epífitas y musgos, semejantes a los andinos y que incluyen elementos de neta afinidad cordillerana, como el encenillo. Se ha señalado la existencia de por lo menos 34 géneros de orquídeas.
FAUNA
La fauna es muy diversa y vistosa; en las zonas bajas presenta elementos amazónicos y orinocenses; en la parte alta se localizan elementos andinos con subespecies endémicas y elementos guyaneses consistentes en relictos de una antigua biota de gran interés zoogeográfico.
Quizás una de las funciones más importantes que desempeña la fauna en general, especialmente las aves y los primates, consiste en la diseminación de semillas entre las distintas unidades naturales, con lo cual se asegura la dispersión vegetal y el mantenimiento de densidades importantes de algunas especies, pero sobre todo del intercambio entre la flora.
En la serranía existen ocho especies de primates: el macaco o caresebo, el socay o zocayo, el mico de noche o tutamono, el tití, el maicero, la marimonda, el araguato y el choyo o barrigudo. De estas especies, siete se encuentran en el río Duda, lo que ha permitido el establecimiento de una estación científica para observar su comportamiento en relación con la vegetación. Se ha comprobado que el barrigudo y la marimonda, que son frugívoros, prefieren bosques de dosel alto; el macaco frecuenta los bosques ribereños y tiene preferencia por las hojas de los bosques que nunca pierden su follaje, en especial leguminosas del género Inga; el tití ocupa los bosques de galería, bosques con dosel alto y medio y bosques conformados por palmeras; el mico maicero intenta ocupar todos los tipos de vegetación y nichos que le sean posibles, lo cual le confiere una capacidad de dispersión muy amplia; su territorio involucra los bosques del valle del río Duda, el piedemonte más bajo de la cordillera Oriental, la serranía de La Macarena y la selva amazónica; el mono socay representa una subespecie endémica de Colombia que prefiere una vegetación arbustiva enmarañada, mientras que el conocido mico de noche pertenece al único género de primates del mundo con actividad nocturna.
En La Macarena sobresalen los mamíferos fitófagos, —que comen plantas, hierbas u hojarasca—. Además de las especies silvícolas, existen muchas otras que pacen o ramonean en los claros y en las manchas de bosques secundarios o a la orilla de los cuerpos de agua y ríos, y buscan luego la sombra refrescante de la selva. Otros prefieren vivir permanentemente entre el follaje ensombrecido de la selva tupida, como los tapires y el pecarí, cuya forma corporal extraordinaria le permite deslizarse perfectamente por el umbral, utilizando la posición frontal de su cabeza para romper la vegetación sin necesidad de saltar.
El tapir ha sido relacionado no solo con los caballos, los ciervos, los hipopótamos y los rinocerontes, sino que es considerado uno de los animales más antiguos que existen, por ser un perisodáctilo —animal de tres pesuñas—, de los cuales tan solo hay cuatro especies en el mundo —tres en la zona norte del Neotrópico y una en la isla de Sumatra—. El olfato y el oído de este poderoso ungulado son sus sentidos más desarrollados, puesto que en medio de la poca luminosidad de la selva, sus ojos tienen una visión superflua. El tapir amazónico de La Macarena tiene además una corta melena que le permite amortiguar los golpes al huir a gran velocidad a través del follaje.
Los pecaríes, parientes cercanos del jabalí, pertenecen a la gran familia de los Suidos; se caracterizan por poseer una gran glándula sobre el lomo, que segrega una sustancia de olor penetrante y almizclado que utiliza, aparentemente, como defensa. Actualmente estas son dos de las especies más amenazadas de extinción en la serranía.
Otra especie, propia de La Macarena hasta hace pocos años, es la del mayor de los roedores llamado capibara, chigüiro o carpincho que puede llegar a medir hasta 1.50 m y pesar más de 50 kilogramos; está muy adaptado al medio acuático gracias a sus dedos palmeados que le permiten nadar y bucear magníficamente.
Acompañan a los anteriores mamíferos, el venado sabanero o coliblanco y los soches o venados rojos, hoy en día prácticamente recluidos en las zonas más inaccesibles de las praderas encumbradas de la serranía.
La avifauna se compone de unas 550 especies. Resaltan los tinamúes y entre ellos la gallineta azul por su papel en la dieta de los nativos; la perdiz o chorola, con amplia distribución en Colombia. De la familia de las crácidas se encuentran, entre otras, el paujil; el tente, ave muy simpática utilizada por los indígenas como guardián por sus manifestaciones bulliciosas ante la presencia de culebras; el garzón soldado o gabán; el camungo o jamuco, que posee un apéndice córneo sobre la frente a manera de antena y la guacamaya, con su vistoso plumaje.
La herpetofauna está compuesta principalmente por el caimán del Orinoco, las babillas, las matamatas, las terecayes, las sabaneras, los morrocoyes y la tortuga hedionda o tapaculo.
Entre los lagartos sobresalen el caripiare o mato y la iguana, además de una gran variedad de lagartijas de colores muy vistosos en las zonas menos densas de vegetación. Dentro de las serpientes no venenosas tenemos el giafo negro y la boa y entre las venenosas, la mapaná o cuatronarices y las cascabeles y corales.
Los peces son abundantes y diversos; dentro de ellos se destacan el valentón, el yamu o sabalote, endémico de la región; el bagre de gran tamaño llamado amarillo; la raya tigre; el bocachico o coporo; la cachama negra y el caribe rojo. En relación con las rayas, es importante tener en cuenta la presencia curiosa e inusitada de estos especímenes en medio de la selva pluvial, como otra evidencia del carácter marino de la Amazonia, antes de que los Andes, con su levantamiento, dieran inicio al drenaje de la macrocuenca hacia el Atlántico.
UNIDADES BIOGEOGRÁFICAS
Con base en criterios fisionómicos de vegetación, paisaje, condiciones climáticas y composición biótica, la región de la serranía de La Macarena está incluida en cuatro de los cinco distritos de la Provincia Biogeográfica de la Guyana.
DISTRITO SELVAS DEL NORTE DEL GUAVIARE
Aunque comúnmente se considera que el límite entre las sabanas de la Orinoquia y las selvas amazónicas lo constituye el río Guaviare, la verdad es que éste tan solo sirve de límite administrativo entre los departamentos de Vichada y Meta. De hecho, entre el río Guaviare y el Meta, existen áreas de selvas muy extensas, hasta ahora virtualmente inexploradas en su composición botánica y zoológica, con una gran afinidad con la Hylea Amazónica.
DISTRITO ARIARI –GUAYABERO
La selva, al occidente del río Guaviare, tiene apariencia de selva amazónica exuberante; se prolonga hasta las selvas de galería del río Ariari que forman el piedemonte de la serranía de La Macarena, el cual colinda con las selvas de tipo subhigrofítico —medianamente húmedas—, situadas más al sur. Estas selvas irrumpían en las sabanas adyacentes, ubicadas en el sector comprendido entre los ríos Güéjar y Ariari, creando un área de selvas de galería flanqueadas por sabanas que lamentablemente han desaparecido, debido a los procesos de deforestación en los últimos cuarenta años, que también han destruido muchas de las selvas de galería de los llanos, en particular los del Meta. Hace falta conocer todavía mucho de la distribución de la flora y la fauna de este distrito que, a pesar de estar un poco separado del macizo, tiene importantes relaciones con las del sector de caño Cristales y caño Losada, en el sur de la serranía.
DISTRITO MACARENA
Fue un importante refugio selvático durante los períodos de glaciación, cuando sus partes altas conservaron selvas húmedas; actualmente el conjunto de las zonas bajas de La Macarena puede considerarse como perteneciente a la Amazonia; las zonas de vegetación sabanoide tienen una clara semejanza con los tepuyes y la biota de las zonas altas está estrechamente relacionada con la de los Andes.
La llanura ondulada que se sitúa en el sector de los ríos Ariari, Güéjar, Guayabero y Duda, hasta la Cordillera de los Picachos, es un área de selva típicamente amazónica.
Hay elementos de este llamativo mosaico, como los árboles enanosRoupala saxicola, que fueron reportados originalmente en la serranía de Chiribiquete. También aparecen bromelias arrosetadas de pequeño porte, como las del género Navia, descrito originalmente en Araracuara, que contiene alrededor de 40 especies, la mayoría de ellas propias de los tepuyes de Venezuela.
La selva de las zonas altas, densa, de pequeño porte, muy húmeda y extremadamente rica en epífitas; muestra gran afinidad con la de la parte andina adyacente, debido a la distancia mínima de 7 km que separan La Macarena de las primeras estribaciones de la cordillera Oriental.
DISTRITO YARÍ – MIRITÍ
Al suroriente de La Macarena, desde el sector de la población de La Macarena, se encuentra un área grande de sabanas —llamadas antiguamente El Refugio—, que se extienden hasta las proximidades del río Yarí. Son interrumpidas por las selvas de galería del río Tunia o Guayarú y se prolongan hacia el sur dentro del Caquetá. Aunque a primera vista son similares a una sabana llanera, su composición florística es bastante diferente, con predominio de gramíneas. En cuanto a la fauna, evidentemente hay algunas especies propias de sabana llanera que, como el venado sabanero, han penetrado esta zona. Hasta ahora la información acerca de la flora y la fauna del Yarí es escasa.
LA CULTURA
En la serranía de La Macarena se encuentra una serie de yacimientos arqueológicos ubicados a lo largo del curso de los ríos Duda y Guayabero; en este último se destacan dos conjuntos monumentales asociados a los raudales Angostura I y Angostura II.
En Angostura I se observan dos conjuntos de petroglifos —bajorrelieves en la roca—, esculpidos en formaciones cristalinas delPrecámbrico; en uno de ellos, localizado en medio del curso del raudal, sobre una gran roca que emerge únicamente en época de verano, hay más de 100 representaciones zoomorfas especialmente de avifauna, antropozoomorfas y diseños geométricos. En el segundo conjunto, ubicado a orillas del río, frente al anterior, se observa más de una veintena de figuras antropomorfas de gran tamaño —80-120 cm—, todas colocadas en línea. Este conjunto tiene elementos característicos de la iconografía de la cerámica Karib y sobre uno de sus costados aparecen algunas figuraszoomorfas y antropozoomorfas que evocan al hombre–ave, al hombre–pez y al hombre–jaguar, los tres elementos fundamentales —aire, agua y tierra— de la cosmogonía chamanística de las tribus de la selva húmeda tropical.
El otro yacimiento, ubicado en el raudal Angostura II cerca de la confluencia de los ríos Ariari y Guayabero, difiere notablemente del anterior, tanto en su composición como en su identidad cultural; se trata de un gran abrigo rocoso compuesto por arenisca, de muy escasa profundidad, en el que se observa un majestuoso conjunto de pictografías —pintura sobre rocas—, con más de 300 pictogramas que representan figuras zoomorfas —ranas, tortugas, micos y otros mamíferos, seguramente dantas y saínos—, antropomorfas y elementos con diseño geométrico abstracto.
Estos pictogramas, realizados en colores rojos, ocres y amarillos por generaciones de chamanes, representan animales de presa y escenas de caza. Venados, dantas, chigüiros, pecaríes, armadillos, borugos, guaras, paujiles, pavas, gallinetas, monos, tortugas, peces, entre otros, fueron dibujados con una extraordinaria delicadeza y rasgos realistas. Tal como ocurrió en la serranía de Chiribiquete, en La Macarena, la figura más destacada en las representaciones plásticas, resulta ser la del jaguar, felino que tuvo una gran significación cosmogónica y ritual para todos los pueblos amerindios.
Para algunos investigadores estas piedras pintadas podrían indicar el camino natural por el cual pasaron oleadas de aborígenes procedentes de los ríos Guaviare, Caquetá y Meta, que más tarde remontaron la cordillera Oriental hacia el valle del Magdalena por el paso de Ambica y Colombia, o por la ruta de La Uribe.
Siglos después, los sectores periféricos de la serranía fueron habitados por comunidades indígenas como los Churoyas, de la familia lingüística Guahíbo, hoy desaparecidos. Hacia el bajo Güéjar y parte del Ariari vivieron los Pamiguas de la familia lingüística Sáliba, mientras que los Guayaberos se ubicaron hacia el bajo río Ariari y el río Guayabero. Lamentablemente ninguno de estos grupos pudo sobrevivir.
Las tierras altas libres de inundación y las tierras bajas, tanto del piedemonte como de la serranía, conformaron el territorio de las etnias Guayupe y Saes, que sirvió de punto de escala y de sustento a la mayor parte de los grupos invasores durante el siglo XVI.
IMPACTOS AMBIENTALES
Una de las más grandes amenazas que se cierne sobre la serranía de La Macarena es el proceso de colonización que se ha venido gestando en las últimas cuatro décadas, desde que se iniciaran los trabajos de exploración petrolera a comienzos de los años sesenta. En aquella oportunidad las trochas de prospección dieron inicio al proceso de colonización más destructor del que se haya tenido noticia en la historia del país.
La Macarena tampoco escapó al problema de las bonanzas extractivas de otras partes de la Amazonia; fue impactada por la cacería y captura de animales para abastecer los mercados internacionales y de forma muy notoria y destructiva ha recibido también los problemas generados por la explotación de maderas finas y posteriormente por el cultivo de la coca.
Es necesario señalar el gran perjuicio causado por las expectativas de la carretera de piedemonte —que se ha construido por tramos desde Villavicencio hasta La Uribe—, y la ilusión de formar parte de La Marginal de la Selva, una vía de importancia continental, que discurre por terrenos llanos u ondulados, a escasa altitud sobre el nivel del mar; su trazado se inicia en Caracas, Venezuela, pasa por Colombia, Ecuador, Perú y termina en Santa Cruz, Bolivia, donde se enlaza con el sistema vial del Brasil y el sur del continente. La vía se encuentra actualmente construida en un 40%, principalmente en territorios de Colombia y Venezuela.
Este tipo de obras traen consigo el riesgo de ampliación de la frontera agrícola hacia la Orinoquia, la Amazonia y la serranía de La Macarena; otros proyectos desarrollados en territorios similares, indican que la colonización se extiende en una franja aproximada de 10 km a cada lado de la carretera. La incapacidad del suelo como soporte de una actividad agropecuaria indiscriminada, supondría un riesgo importante de erosión, así como de aparición de fenómenos de solifluxión —deslizamientos o derrumbes—, en el caso de producirse una sensible alteración de la cubierta vegetal.
CONSERVACIÓN
La serranía de La Macarena, y una amplia porción del territorio plano sobre su costado oriental, fueron declarados Reserva Biológica en 1948; no obstante, sólo en 1963 se determinó su área, que abarcaba aproximadamente 1’130.000 hectáreas.
En 1971 se intentó incorporar esta Reserva al Sistema de Parques Nacionales de Colombia y al mismo tiempo establecer unos límites más acordes con la realidad social, económica y ambiental; pero solo en 1989 se logró definir el área actual del parque —630.000 hectáreas— y se creó un área de manejo especial con más de 3’500.000 hectáreas, que incluye los Parques Nacionales Naturales Serranía de La Macarena, Tinigua, Cordillera de Los Picachos y varios Distritos de Manejo Integrado.
Estos parques conforman un continuo geográfico de conservación especial, que va desde las altas cumbres de la cordillera Oriental, hasta la serranía de La Macarena y se constituye en el único mosaico de ecosistemas páramo–selva del país.
Fuente: http://www.imeditores.com/banocc/sierras/cap4.htm
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